“Con el hierro, finalmente he encontrado un camino para expresarme plenamente”
Julio González Pellicer (1876-1942) fue un escultor y pintor catalán cuya obra marcó un hito en la escultura moderna del siglo XX. Formado en el taller familiar de orfebrería en Barcelona, su dominio del trabajo en metal fue clave en el desarrollo de su arte. En 1899 se trasladó a París, donde se sumergió en el ambiente artístico de la ciudad y estableció relaciones con figuras como Picasso, con quien colaboró durante varios años.
A partir de la década de 1920, González comenzó a explorar la escultura en hierro, utilizando técnicas de soldadura que había aprendido como obrero en una fábrica. Este dominio técnico le permitió crear obras innovadoras, a menudo de carácter cubista y abstracto, que se convirtieron en referencias de la escultura moderna. Su trabajo se centró en representar la figura humana, pero con un enfoque conceptual que buscaba dibujar en el espacio a través de estructuras filiformes.
En la década de 1930, González alcanzó reconocimiento internacional, exponiendo en galerías como la Galerie de France y participando en exposiciones clave en Europa y Estados Unidos. Sus esculturas, que reflejan una búsqueda constante de nuevos lenguajes, se encuentran en museos de renombre como el Centre Pompidou y el Museo Reina Sofía.