Orígenes

Un viaje de ida y vuelta

Luis Bassat desciende de una familia de judíos sefardís que, como tantos otros, fueron expulsados de la península ibérica hace más de 500 años. Muchos emigraron hacia el Este y se instalaron en Bulgaria, Grecia o Turquía, donde generación tras generación siguieron manteniendo su tradición y su idioma, el ladino o español antiguo.

A principios del siglo XX, su abuelo paterno, Samuel Bassat, se trasladó de Bulgaria a Estambul donde, junto con sus hermanos, abrió su primera fábrica de maquinillas y hojas de afeitar.

En 1929, con motivo de la Exposición Universal, visitó Barcelona y se enamoró de la ciudad. Fue como si por fin, cuatro siglos después, hubiese vuelto a casa.

Furgoneta de la empresa Hojas de afeitar Iberia

Su padre, José Bassat, nació en Estambul en 1911. A los 18 años, su familia le envió a estudiar a Alemania, donde habían abierto otra fábrica. Por suerte, pronto intuyó que el incipiente ascenso del nazismo no presagiaba nada bueno, y en 1931 se trasladó también a Barcelona. Fue allí donde conoció a Yolanda Coen, con quien se casó en plena guerra civil.

Los Coen, de origen romaniota, procedían de la isla griega de Corfú. Su abuelo materno, Emanuel, tuvo que emigrar siendo muy joven. Tras haber vivido en Trieste y haber recorrido toda España vendiendo parafina para fabricar velas, llegó a Barcelona en 1912.

Primeros años

Los amigos del colegio

Luis Bassat nació en Barcelona el 6 de octubre de 1941, mientras Europa vivía en plena guerra mundial, y España en plena posguerra. Cuatro años después, nació su hermano Enrique.

Luis junto a Guillermo Vidal, presidente del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya

Su padre estaba firmemente convencido de que la única manera de tener éxito en la vida era prepararse para estar siempre entre los mejores.

Quizá por ello al cumplir un año le regaló algo insólito para un niño de esa edad: el libro de Dale Carnegie Cómo ganar amigos e influir en las personas, para que una vez fuese mayor pudiera leerlo hasta aprendérselo de memoria.

Sin embargo, no hizo falta esperar tanto. Luis empezó a hacer amigos, amigos para siempre, incluso antes de aprender a leer. En las Escuelas Virtelia, donde estudió desde párvulos hasta preuniversitario, compartió clases y recreos con compañeros que acabarían teniendo un papel relevante en la sociedad catalana como Guillermo Vidal, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (1994-2004) o Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat de Cataluña (2003-2006).

Sus padres consideraron que en aquel momento era la escuela que podía ofrecer a sus hijos una mejor educación. Y no se equivocaron. La lista de la llamada Generación Virtelia es interminable.

Juventud

Estudiar, trabajar y cantar

Al acabar el colegio, Luis Bassat cursó un año de derecho y cuatro de económicas, sin que ni una carrera ni otra despertaran su interés. Pero no perdió el tiempo. Pasó sus cinco años de universidad trabajando por las mañanas, yendo a clase por las tardes, estudiando por las noches y tocando en una orquesta los fines de semana.

Y todavía le quedaba tiempo para seguir enamorando a Carmen, a la que había conocido cuando ella tenía 15 años y él 16.

Hasta los 22 trabajó de lo único que podía trabajar sin haber terminado la carrera ni haber hecho aún el servicio militar: de vendedor a comisión.

Llamando de puerta en puerta, vendió primero televisores, luego purificadores de agua y más tarde libros y seguros, gracias a lo cual aprendió a desarrollar su inteligencia comercial mucho más que en las aulas.

Luis con los Golden Quartet

Durante su etapa universitaria aprendió también a actuar en público. A los 17 años, debutó como guitarrista con el grupo estudiantil Los Cocodrilos, y poco después se convirtió en su voz cantante.

No debía hacerlo del todo mal porque al acabar la carrera y pese a que Los Cocodrilos se disolvieron, otro grupo llamado Golden Quartet le ofreció unirse a ellos como cantante. Con ellos llegó a grabar un disco y a actuar en Televisión Española, pero su padre le aconsejó que si no iban a ser mejores que Los Beatles se dedicase a otra cosa en la que pudiera destacar. Y es lo que hizo.

Inicios en publicidad

Estaba escrito

Si el destino está escrito, en 1965 Luis Bassat leyó el suyo en las páginas del libro Confesiones de un publicitario de David Ogilvy, una de las lecturas recomendadas en el curso de Marketing en el que se matriculó al dejar la música. Al fin sabía en qué podía destacar.

Ese mismo año se casó con Carmen, gracias a su primer empleo fijo como jefe de ventas de Fiamme, una empresa italiana de quemadores de fuel, y al siguiente fichó por Cayfosa, una importante industria gráfica.

Luis y Gila durante un rodaje

Muchos de sus clientes eran agencias de publicidad y editoriales, y pronto empezó a ofrecerles, además de presupuestos de impresión, ideas creativas.

Uno de ellos, Editorial Mateu, aceptó entusiasmado sus propuestas y le brindó la oportunidad de realizar su primer spot televisivo, aunque para ello tuvo que dejar su puesto de trabajo y convertirse en incipiente publicitario.

Unos meses más tarde, Hojas Iberia convocó un concurso para lanzar las nuevas hojas de afeitar Filomatic. Como hijo de uno de los propietarios, tenía prohibido presentarse, así que decidió hacerlo de incógnito.

Publicidad Venditor, una agencia de la que nadie había oído hablar hasta entonces fue la ganadora. Tal vez a su padre no le diese mucho “gustirrinín” descubrir que el autor de la campaña protagonizada por Gila era su propio hijo, que con apenas 25 años acababa de crear su propia agencia. Aun así supo reconocer que era una gran idea y durante los siete años siguientes Luis se encargó de que Gila protagonizara 45 spots diferentes. Como resultado, Filomatic se hizo con el 68% del mercado.

Bassat Ogilvy

De Bassat & Asociados a Bassat, Ogilvy & Mather

En 1974, tentado por el mundo de las grandes agencias, Luis Bassat decidió cerrar Publicidad Venditor y aceptar el cargo de director general de Interalas Barcelona, atraído por su proyecto de internacionalización. Pero, al poco tiempo, el cambio de consejero delegado supuso también un cambio de enfoque y dimitió.

Convencido de que la perseverancia también mueve montañas, tan pronto como pudo se fue a Nueva York y se plantó en las oficinas de Ogilvy & Mather, para explicarles que iba a abrir una nueva agencia en España y proponerles que se asociaran con él. Sus dotes de persuasión fueron tales, que al cabo de unas semanas había logrado un primer acuerdo: si en cinco años su agencia era lo que aseguraba que iba a ser, Ogilvy & Mather consideraría comprar el 25%.

En octubre de 1975, con tres personas y medio cliente, fundó Bassat & Asociados y, desde el primer momento, empezó a ganar concursos, clientes y fama. Y también el aprecio de David Ogilvy, con el que a largo de los años llegaría a establecer una sincera amistad.

Luis y David Ogilvy

Cinco años después, Ogilvy & Mather no dudó en adquirir el 25% de Bassat & Asociados, lo que le permitió convertirse en Bassat, Ogilvy & Mather y abrir su primera oficina en Madrid.

De Bassat Ogilvy & Mather a Bassat Ogilvy Group

Tras su asociación con Ogilvy & Mather, Luis Bassat tuvo la oportunidad de desarrollar plenamente su talento profesional en el ámbito internacional. Trabajó para grandes marcas multinacionales, ocupó importantes puestos en la organización mundial de la compañía, de cuyo Consejo de Administración ha llegado a ser el único miembro vitalicio, y puso en pie uno de los grupos de comunicación más importantes de España. Cuando se retiró en 2007, más de 650 personas trabajaban en las distintas empresas de Bassat Ogilvy Group.

Ceremonias Olímpicas

Un spot de tres horas y media

En 1989 Luis Bassat aceptó el reto de participar en el concurso para la organización de las Ceremonias Olímpicas de Barcelona 92. Aunque no tenía ninguna experiencia en la organización de grandes acontecimientos, desde el primer momento tuvo claro que, más que en los miles de personas que asistirían al estadio, debía pensar en los 1.500 millones de telespectadores que verían las ceremonias en televisión.

Presentación tras presentación, vendió la idea de convertir las Ceremonias Olímpicas en un spot de tres horas y media de duración, que mejorase la imagen de España y pusiese a Barcelona y Cataluña en el mapa, de una vez por todas. Finalmente, tras la última eliminatoria los dos grupos seleccionados se fusionaron en uno solo, Ovideo Bassat Sport, del que fue elegido presidente.

Luis en el estadio olímpico

Durante dos años, trabajó con un equipo de 165 profesionales, los mejores de cada especialidad, para que todo saliese a la perfección. Y entre todos lo consiguieron.

Rompiendo tópicos, la ceremonia de inauguración empezó a tiempo y funcionó como un reloj. Mostró el sol de España y el mar Mediterráneo con un diseño que asombró al mundo, y el arquero encendiendo el pebetero con un arco y una flecha se convirtió en un símbolo inolvidable.

Al día siguiente, los titulares elogiaron no solo la creatividad, sino también el rigor, la puntualidad y la eficacia con la que se había trabajado. La imagen de Barcelona, de Cataluña y de España subió puntos en todo el mundo. Sin duda, como él mismo suele decir, fue el mejor anuncio de su vida.

Candidaturas FCB

Candidato a la presidencia del FCB

Cuando era pequeño, Luis Bassat quería jugar al futbol como Kubala y desde siempre ha sido un enamorado del Fútbol Club Barcelona. En el año 2000, al volver de Londres tras una estancia de dos años como copresidente y director creativo de Ogilvy para Europa, África y Oriente Medio, el club se encontraba en claro declive y, a instancias de algunos amigos que llevaban años insistiendo, decidió presentar por primera vez su candidatura a la presidencia.

Las elecciones no fueron fáciles y finalmente Joan Gaspart resultó elegido. Tres años y medio después, las protestas de los aficionados le obligaron a dimitir y convocar nuevas elecciones.

Luis Bassat se volvió a presentar, apoyado por quienes lo habían hecho anteriormente, y todas las encuestas le daban como claro favorito.

Luis y Ernest Luch en un acto de su candidatura a la presidencia del FC Barcelona

Hasta el día en que otro de los candidatos, Joan Laporta, anunció que había contratado a David Beckham, quitándoselo al Real Madrid, que también lo quería en su equipo. A pesar de que la noticia era falsa, fue mucha la gente que la dio por verdadera. Ante esta situación, Luis prefirió perder las elecciones dignamente antes que contar otra mentira para contrarrestar la anterior.

A pesar de no ganar las elecciones, ganó muy buenos amigos como Pep Guardiola, al que había incorporado a su candidatura como director deportivo, y logró introducir los elementos de racionalidad, sentido común y profesionalidad que perseguía.

Hoy en día, muchos barcelonistas siguen pensando que hubiera sido un gran presidente.